Los Domingosde Enduro

A las 8:30 en el recién inaugurado velódromo "puerta d´Espadá" nos encontramos con parte de los "Pantxuts de Garrut" que están dandole vueltas a la rotonda para evitar la congelación; arrancamos en solitario Guillermo y yo camino de Alfondeguilla con más frio que el capó de un quitanieves; a la altura de la Peña "La novia" las orejas de hojaldre, no veas la que caía esta mañana. Subimos como podemos por el barranco de las viñas para tomar la pista que nos conduce hasta la parte alta de Bovalar, en busca de la senda del cementerio. Justo arriba, los rayos del sol nos calientan generosamente resguardados del viento del norte; despues de equiparnos comenzamos el descenso al estilo "maric... el último" con lo que al paso de la "lija del andamio" el olor a freodo evaporado da un toque especial al ambiente; luego el cortadito de las crestas, con sus afiladas puntas, pasamos el sifón para entrar haciendo una gran ese en la laderita rodena del arbusto que precede al escalón del salto, siempre pendenciero en la salida, luego la torrentera de las raices y despues nos subimos a los palcos de la derecha para encarar el cortado de las chumberas saliendo a toda mecha a la zona rápida del final que nos conduce con cuatro curvas de 180º hasta la explanada del depósito, donde cruzamos la nueva pista para bordear por la pared trasera del cementerio en busca del almuerzo. Como siempre la del cementerio nunca defrauda y esta vez no iba a ser menos. En el bar de Ximo Box nos encontramos con el equipo oficial de Xilxes que hoy van de "trankis" segun nos cuenta Carlos y Rafa. También aparecen los pantxuts con Javí que se acaba de tirar de la cama. Tras zamparnos un almuerzo de bandera empezamos a subir por el barranco de Alfondeguilla hasta llegar al collao de Aigualit donde coincidimos con Tony de Castellón que sube acompañado de dos riders. Bajamos agrupados por la senda hasta las barandillas del HP, donde continuamos en solitario hasta el cortado de las trampas, (ver foto de archivo) donde un llantazo de Guillermo aporta un pequeño respiro al vertiginoso descenso; la sencilla tarea de cambiar la camara se complica sobremanera por la adherida mina antipersona que aún humeante envuelve aplastada parte de la cubierta; aromas organicos se contraponen a los del espigado romero, y con tacto de cirujano logramos reparar la rueda evitando la odiosa masilla, para finalizar la jornada, no sin antes engalanar el puente del cuadro (esta vez yo) con otro alivio perruno.