Hacía ya cuatro años desde nuestra anterior visita a la Tinença y cuanto más lo pienso, peor comprendo porque tardamos tanto en volver. Sobran las palabras sobre estos parajes y con las fotos, uno se puede hacer idea de la 
excelencia del lugar. A las 8:50 de la mañana, Ramón y yo hacíamos acto de presencia en el pantano (40 " de antelación) Como la 
cobertura nos la habíamos dejado unos Kms atrás, fuimos a despertar al resto de Ossos a su madriguera; allí yacían en una de las 
cabañas del camping del Molí de l´Abad, Paco, Carlos, Santi y Severino. Un pánico 
contenido invadío mi cuerpo cuando, al verlos desayunar, vi peligrar mi sagrado almuerzo, situación que resolvimos con diligencia al salir pitando hacia el bar para darle al cuerpo su preciado combustible
(llevavamos desde las 6:30 con un simple café con leche)
Ya con otra visión de las cosas y adaptando el remonte a las exigencias del contingente, empezamos a subir las retorcidas cuestas 
hasta coronar el puerto. Un día perfecto despues de las amenazas de lluvia nos animó con recelo en la primera bajada; un total de tres pudimos 
realizar con una senda casí perfecta que, salvo la zona de grava del primer tramo, ofrecía un agarre aceptable. La fuerza de la gravedad que no está 
reñida con el agarre dio algun que otro sustillo a un par de riders, afortunadamente sin mayores consecuencias. Encontramos la senda
más arreglada de lo normal en algunas zonas puntuales, lo que nos hizo recordar a algún ex miembro de la peña. La primera bajada tonificó los 
animos y sirvió de calentamiento; la segunda fue un tsunami de adrenalina mientras que en la tercera la lucha era mantener
compacta la anatomía. En resumen una jornada memorable en todos los sentidos. Una mención muy especial para Severino que fue 
pieza fundamental para el disfrute de las tres bajadas. El colofón fue una "Torrá" de cordero y embutido en el camping, destacando, 
además de la compañía, la buena carne que trajo Paco. 
Esperemos al año que viene para volver a saborear un día tan completo y especial.
