Opino que garrulos los hay en todos los lados, sean ciclistas, senderistas, cazadores o funcionarios, y aunque son una porción pequeña, son los que más destacan. Las sendas antiguas que entre los 60 y 80 del siglo pasado habían desaparecido prácticamente por falta de uso y mantenimiento, se han ido recuperando por un uso cada vez mayor de senderistas, runners y ciclistas. En el total forestal la senda ocupa una porción mínima, con lo que el impacto por un uso correcto de ciclistas o senderistas es mínimo.
Hay comportamientos que alteran el encanto visual en zonas sensibles, ocasionado por recorridos alternativos y nuevas trazadas (sean de ciclistas o senderistas) aunque los vendavales y lluvias torrenciales del 2020 han producido más daño al monte que ciclistas y senderistas juntos en 20 años, pero quien gestiona el monte prefiere poner en el punto de mira a los ciclistas para escabullir su pésima gestión sobre el uso y disfrute del medio forestal. Cuando en lugar de regular se impone la prohibición, se puede estar creando la antesala a la destrucción del medio. Hay antecedentes de prohibiciones en España que han acabado arrasando con lo que supuestamente intentaban proteger: Galicia con los incendios sin ir más lejos.
