Vallnord es un gran bike-park pero el estado de las bajadas deja bastante que desear; aquello que recordaba como especial de la ruta 66 se ha convertido en una interminable sucesión de rizados y agujeros que te dejan los dedos para el arrastre; los mismos recorridos que el año pasado pero en estado de semiruina; el segundo tramo de la maxiavalanche pareció ser el más divertido a tenor de los comentarios escuchados; también hicimos la bajada de los
senderistas que es un ritual de cada año. Cominos en el rancho de madera del parking, estoy seguro que con dos menús hubiesemos comido los cinco...¡¡¡que barbaridad de comida!!! Paco y Santí acabaron tumbados en una sombra para poder cocer la caldera con una buena siesta. Después dale que te pego de nuevo hasta las 6:30 de la tarde.


El Sábado decidimos huir del agobio y las colas del Festival y nos trasladamos a Grand Valira, donde disfrutamos de lo lindo en todas y cada una de las bajadas; todo bien diseñado y supercuidado; los remontes en telesilla enlazaban sin empujing cada una de las bajadas; curvas, peraltes y saltos milimetricamente diseñados hacían que cada bajada se convirtiese en una fiesta;
puentecitos de madera en cada corriente que cruza la senda, pasarelas de todos los colores, chicanes, saltos para todos los gustos, y sobretodo un terreno terroso compacto que invitaba a coger velocidad, muy al contrario que las asperas rocas amenazantes que alfombran Vallnord. He redescubierto Grand Valira, despues de 5 años de ausencia y puedo asegurar que en lo sucesivo voy a intentar volver. Naxo nos obsequió con los saltos más espectaculares y gracias a la ausencia de averías (solo 1 pinchazo mío) pudimos atiborrarnos hasta las dos de la tarde, que con el cuerpo extenuado decidimos irnos a comer y dar por finalizado el asunto biciclil. Por la tarde, después de una buena ducha, de compras por Caldea y Andorra y cena de sustancia en la tasca del francés. El domingo a primera hora montada de portabicis en el espectaculat Thule que se ha mercado Carlos y pa casa a toda mecha que queremos llegar a la dominical paella. Nuevamente pelea con el GPS de Naxo, que aunque funciona de forma algoritmica, se empeño esta vez en darnos un garbeo por el polo quimico de Tarragona.....je,je.
El Sábado decidimos huir del agobio y las colas del Festival y nos trasladamos a Grand Valira, donde disfrutamos de lo lindo en todas y cada una de las bajadas; todo bien diseñado y supercuidado; los remontes en telesilla enlazaban sin empujing cada una de las bajadas; curvas, peraltes y saltos milimetricamente diseñados hacían que cada bajada se convirtiese en una fiesta;